En ocasiones se suele decir que la inteligencia está determinada genéticamente. Durante la Primera Guerra Mundial, todos los reclutas en Estados Unidos se sometían a testes de inteligencia. En todo el país, los negros siempre obtenían peores resultados que los blancos.
Los científicos lo atribuyeron inicialmente a un factor genético. Pero lo cierto es que también había notables diferencias entre el norte y el sur; los negros de algunos estados norteños rendían mejor en los testes que los blancos de los estados sureños. Se pensó entonces en que la inteligencia dependía en gran medida de factores medioambientales como la calidad de la enseñanza, y no genéticos.
El cerebro de la mujer es por término más pequeño que el del varón, pero las mujeres tienen también por término medio una menor estatura que los hombres, de manera que su cerebro es más ligero. ¿Conclusión? La inteligencia no depende del tamaño del cerebro.
La inteligencia se suele medir mediante el CI (Cociente Intelectual), pero lo cierto es que el CI solo es una medida de lo que se ha aprendido y se puede, por lo tanto, mejorar con un mayor cuidado de la salud, mediante la enseñanza y el estímulo en el aprendizaje. Investigaciones recientes han demostrado que el CI de una población puede aumentar mejorando las condiciones de vida.
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